Monday, December 26, 2005

La nueva lucha de los "sin casa" en latinoamerica.

Este articulo aparecido en la pagina de documentos de la CTA (Central de Trabajadores Argentinos), nos muestra un ejemplo notable de organización popular, ayuda mutua y autogestión, que en Chile podriamos imitar, para darle un nuevo impulso a la lucha de los sin casa.
(las fotos corresponden a la Federación Uruguaya de Cooperativas de vivienda por Ayuda Mutua, organización que tambien integra un creciente movimiento de vivienda en Latinoamerica).
¿Si ellos pueden, por qué nosotros no?

[15/10/2002 - ACTA] El Movimiento de Ocupantes e Inquilinos, integrante de la CTA, es una organización que trabaja por una ciudad democrática y por la autogestión de la vivienda. Contamos aquí como aprendieron a ser solidarios y a luchar en común por la casa propia.

¿Por qué nosotros no?, se preguntó Leonor en 1994, cuando encontró por tercera vez al Movimiento de Ocupantes e Inquilinos (MOI). Las últimas dos veces, el Movimiento los había ayudado a frenar el desalojo de la casa que ocupaban en Perú y Avenida Independencia. Eran 23 familias que corrían el riesgo de quedarse en la calle. Pero para adquirir la vivienda a través de la autogestión había que organizarse. Leonor había viajado desde Salta a Buenos Aires en 1987. Viajó persiguiendo un sueño, como su amiga se lo había prometido. “Vine con Leila, mi hija. Paramos en la casa de mi amiga, pero era una situación muy rara: no teníamos ni agua, ni luz y no había puertas. Ella me decía que no hable con nadie, que siempre siga directo para casa, algo pasaba pero no llegaba a darme cuenta qué”, explica Leonor echándole la culpa a su ingenuidad. El día en que la policía los fue a desalojar, ella develó su intriga: “La casa era del Gobierno de la Ciudad”. Miles de familias viven hoy en casas ocupadas, terrenos fiscales, habitaciones subvencionadas o, sin otra salida, en la calle.

En la ciudad de Buenos Aires se calcula unos 150.000 edificios abandonados, 400.000 personas con una demanda habitacional crítica y 12.000 inmuebles ocupados en los barrios de San Telmo, Monserrat, Constitución y La Boca. Para el MOI la solución pasa por la construcción de políticas populares de hábitat que unan la existencia física con la demanda social. “La inexistencia de políticas para dar respuesta a las necesidades de hábitat de los sectores populares es parte de este modelo generador de altísima concentración de la riqueza, que tiene como contracara un acelerado desarrollo de la miseria en nuestra población latinoamericana”, explica Néstor Jeifetz, arquitecto, urbanista y presidente del MOI.
Primera etapa: Huéspedes invisibles
La ocupación conlleva inicialmente una actitud de miedo e invisibilidad. Antes de saber que pueden organizarse y pelear por una vivienda colectiva, los ocupantes de edificios tienen una conducta del ocultamiento de carácter defensivo y hasta “culposo”. “Se organizan ‘sin ser vistos’ y con la conciencia de visualizar al Estado como ‘represor’ de una acción colectiva que viola el derecho de la propiedad privada”, indica Jeifetz. Leonor ocupaba una casa en San Telmo pero la situación se tornaba muy inestable. Su familia había aumentado: tenía dos hijos más. Se vivían abusos por parte de un ocupante que tomaba el rol de dueño del lugar, les alquilaba habitaciones a familias necesitadas y los hacinaba.

Las mujeres del edificio estaban cansadas de esa situación.Cuando en 1994, Leonor se encontró por tercera vez con Néstor Jeifetz, el representante del MOI le contó que 39 familias de dos edificios tomados (Azopardo 920-Cooperativa La Unión, y Yatay 435-Cooperativa Yatay) ya se habían organizado para la compra del espacio ocupado. Leonor se preguntó: ¿si ellos van a tener su casa, por qué nosotros no?Entonces, comenzó a armar una pre-cooperativa junto a otras mujeres para adquirir el edificio, remodelarlo y habitarlo dignamente. Otros habían podido y existía un movimiento de personas que le ofrecía acompañarla en el proceso.
La construcción sin ladrillos
El MOI tiene unos doce años de vida. “Los profesionales al igual que los cooperativistas, estamos comprometidos en la construcción de la organización social y la pelea por el derecho a una ciudad democrática, sin expulsores ni expulsados”, explica la socióloga e integrante del MOI y de la FTV, Carla Rodríguez.
Esta organización social territorial construye estrategias para desarrollar proyectos de hábitat popular. En la actualidad nuclea a siete cooperativas y varias pre-cooperativas en formación. Su eje se basa en la autogestión y la propiedad colectiva. “Es entender que sólo a partir de nuestra participación cotidiana y lucha colectiva es posible un verdadero cambio social”, explica Rodríguez.
Como organización social, el MOI participó de la creación del artículo 31 de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires en 1996: “La Ciudad reconoce el derecho a una vivienda digna y a su hábitat adecuado. Para ello: Auspicia la incorporación de los inmuebles ociosos, promueve los planes autogestionados, la integración urbanística y social de los pobladores marginados, la recuperación de las viviendas precarias y la regularización dominial y catastral con criterios de radicación definitiva”.Toda la experiencia anterior se canalizó en la creación, en 1999, de una Mesa de Trabajo con la Comisión de Vivienda de la Legislatura que dio lugar a la primera ley de autogestión de la ciudad de Buenos Aires: la Ley 341, promulgada en abril del 2000. Esta ley permite que las organizaciones sociales (cooperativas, mutuales, asociaciones civiles) manejen los recursos del Estado para consolidar el derecho a la ciudad a través de la compra de edificios y ganar el derecho a la vivienda a través de su transformación en conjuntos habitacionales.

La cooperativa La Fábrica, por ejemplo, localizó y pudo adquirir un viejo edificio en el barrio de Barracas.
“Mi casa no es mía, es de todos”
A principios de los ’90, una editorial quebró y su sede quedó abandonada. A través del MOI, como cooperativa La Fábrica, se gestionó la venta del edificio y se consiguió un crédito accesible para construir 50 viviendas. Elizabeth Casteñeira, de 27 años, es una socia cooperativa. “Junto a otros compañeros de APA nos enteramos del proyecto. Nos pareció un recurso accesible para cualquier laburante, si no es muy difícil tener una vivienda”. Elizabeth no quería ser una eterna inquilina. “La idea me parece piola porque en el MOI no podes pensar individualmente, no podes decir que es todo mío, mío. La autogestión también es importante. Pagamos una cuota ahorro mensual que después se utilizará para las herramientas o lo que decida la asamblea. Es un proceso largo pero que tiene un gran rédito”.
La Guardia, puerta de entrada a la organización
Todos los integrantes del MOI, que ya suman 212 familias, pasaron por las reuniones de la Guardia, que se realizan los martes en la sede de la CTA Nacional a partir de las 19 horas. Se trata de una reunión inicial para contarle a los recién llegados qué es el MOI. Leonor lo explica así: “En la Guardia atendemos a unas 100 personas por martes. Es ese momento la gente viene y pregunta ¿qué es el MOI? ¿cuándo tengo mi casa? Les respondemos que el MOI no ‘da’ casas, sino que es un espacio de organización y lucha, a través de la autogestión y que la pelea por la vivienda es parte de la pelea por una sociedad distinta”. “Los que pasan la reunión son los que realmente querrán vivir en cooperativa.
Ser un cooperativista implica la participación, el compromiso al pago de una cuota mensual para el ahorro y una conducta solidaria”.
Leonor, Elizabeth y Rubén Blanco pasaron por la Guardia. Blanco es delegado sindical de APA (Asociación del Personal Aeronáutico) en Ezeiza y hace unos años tuvo la oportunidad de participar de un seminario en Uruguay organizado por la Federación Uruguaya de Cooperación para la Vivienda Autogestionada. “La FUCVAM es el modelo generalizado en Latinoamérica respecto de la vivienda de propiedad colectiva y autogestionaria. Empezaron hace 30 años con 20 cooperativas y hoy en día ascienden a 300 cooperativas. Han construido más de 20.000 viviendas.
Es como el padre latinoamericano del MOI”, detalla Blanco.
La construcción con ladrillos
Esta es la etapa donde la ansiedad invade las ganas. Falta muy poco para vivir en cooperativismo. “Se transforman los edificios en conjuntos de viviendas dignas y adecuadas a las necesidades de las familias. Se administran en forma directa los recursos públicos y son las cooperativas las que toman las decisiones en lo que tiene que ver con las políticas y necesidades habitacionales”, explica Carla Rodríguez.
Hay un ejemplo claro del beneficio de manejar su propio presupuesto: La cooperativa La Unión, donde viven 24 familias, se constituyó a finales de los años ’80. En 1995, le compraron al Gobierno Nacional una vieja fábrica ocupada por los miembros de la cooperativa. En 1997, comenzaron la rehabilitación con recursos gestionados por el MOI. Todas las familias participaron del diseño arquitectónico. Durante la construcción, en lugar de contratar empresas, tomaron bajo su control la obra, compraron los materiales y reclutaron la mano de obra calificada a través de Programas Trabajar, entre ellos miembros del MOI.
Eliminando la ganancia empresarial, la cooperativa pudo construir a costos muy inferiores a los de mercado y a los de proyectos gubernamentales. La Unión construyó con un costo de 190 dólares por metro cuadrado en la zona de Puerto Madero, mientras que el valor con que se resolvía la ejecución del conjuntos habitacionales por licitación empresarial en 1998 ascendía a 750 dólares el metro cuadrado.
“Un agujerito al sistema”: la primera regularización dominial
La cooperativa Perú, en la que trabaja Leonor, también ganó una batalla. “La nuestra fue la primera operatoria de venta a los ocupantes que hace el Gobierno de la Ciudad. Es un precedente muy fuerte, es un agujerito que se le hace al sistema”, comenta Leonor. Cuando pagaron el boleto compra-venta, lo hicieron con el ahorro acumulado durante los últimos siete años. Compraron a 105.000 pesos y pagaron 10.500. Ahora pagan una cuota mensual. “Las cooperativas son un paso pequeño en la gran instalación de políticas de Hábitat Popular. En eso estamos trabajando y vamos creciendo”, cuenta Néstor Jeifetz.
La nueva fábrica es el barrio
En julio de 2001, muchas familias corrían riesgo de ser desalojadas de los hoteles subsidiados por el GCBA. Un año después, con la Ley 341 como herramienta, se constituyeron dos cooperativas con las familias que vivían en estos hoteles. Compraron un viejo molino harinero en la calle Solís, que posibilitará la ejecución de 100 viviendas y equipamiento barrial. Esta es una nueva escala, que posibilita, también, dar cauce al trabajo territorial de la CTA. En los salones de este molino, comienza a cobrar impulso el trabajo de la Regional Sur de la Central, que va integrando a compañeros de sindicatos y organizaciones sociales, proyectándose hacia el trabajo de las asambleas barriales. “Al principio yo quería mi casa y nada más, hasta que fui entendiendo que no sólo es la casa. A la casa hay que llenarla con trabajo, con salud, con educación, con recreación, un montón de cosas que hacen que uno viva dignamente. Por eso estamos en la CTA”, finaliza Leonor mientras se prepara para marchar con sus compañeros hacia Plaza de Mayo.

Gisela Busaniche



4 Comments:

At 2/12/2006 09:02:00 AM, Anonymous Anonymous said...

Que tremenda organización !!!!. Debieramos copiar esos ejemplos. Cuando vamos a tener algo asi en Chile , con este gobierno tan paternalista y enemigo de la gente organizada por su cuenta,...dificil.

 
At 2/12/2006 09:04:00 AM, Anonymous Anonymous said...

En Chile tenemos a ANDHA que si estan dando la pelea contra el Serviu y estan super bien a pesar de la repre y la cam paña de ninguneo que hace la prensa y los "progres".

 
At 7/13/2006 11:25:00 AM, Anonymous Anonymous said...

Yo creo que la cosa en Chile va por otro lado, dar una lucha por vivienda, comprendiendo que la causa de que no tenemos casa es porque somos pobres y explotados, agrupandonos con los trabajadores que dan tambíen su pelea Los recursos para construcción hay que sacarlos del fisco, obligar al Estado a intevenir terrenos inactivos(la expansión urbana eterna no es una solución deseable) combatiendo la especulación de los dueños de terrenos.
Saludos.

 
At 7/31/2006 09:46:00 AM, Blogger ECOBARRIAL said...

Parece que el "poblador en lucha" no leyo nada. Precisamente este blog habla sobre la relación entre el medio ambiente y la lucha social. Y NO VEO CUAL ES "EL OTRO LADO POR EL QUE VA LA LUCHA" aqui se reivindica por cierto la lucha por la VIVIENDA y sacarle al estado lo mas posible, pero con el norte de la autonomia, de la autogestión. En ese sentido los ecologistas siempre han sido un movimiento de base, al interior de las organizaciones de lucha popular , como lo es ahora el movimiento de POBLADORES EN LUCHA al cual estan estrechamente vinculados. Enchufese poh compa! Ademas si lee detenidamente el articulo , se dara cuenta que es un ejemplo argentino de lucha de vivienda tal como usted dice. Por supuesto hay diferencias con respecto a la realidad chilena , pero ese es otro cuento.
Carlos Gomez P.
poblador Villa Las Palmeras
de San Bernardo

 

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